miércoles, 12 de noviembre de 2008

VIVENCIA DEL 13 DE NOVIEMBRE DE 1985

(Fotografía tomada desde la Inspección de Puerto Bogotá, Guaduas, al oriente de Honda, se observa la fumarola emanada del volcan nevado del Ruiz)

El miércoles 13 de noviembre de 1.985 aconteció una de las más significativas tragedias que hayan ocurrido en el Tolima y en Colombia, como fue la desaparición de la vecina población de Armero, donde murieron más de 26 mil personas, luego de la avalancha provocada por el deshielo del volcán nevado del Ruiz, donde dos afluentes el azufrado y el lagunilla, que nacen en dicho nevado-volcán y luego se fusionan en uno solo para luego caer sobre las riberas de la ciudad blanca, Armero.

Esta historia esta muy bien relacionada en los anales del congreso de la republica donde se hizo un extenso debate sobre lo que podía acontecer, pero como no se tomaron medidas preventivas, ese fue el resultado.

Lo que traigo a colación fue la experiencia que viví en ese día trágico. Ese miércoles estaba en las afueras del Teatro Honda donde mamá, mi abuela y otras personas tenían puestos de venta de dulces, yo siempre acompañaba a mamá en mandados o guardando el carro de dulces que tenía. En horas de las tarde por ahí desde las cuatro o cinco caía intensamente sobre la ciudad una lluvia de ceniza proveniente de las erupciones del volcán nevado del Ruiz, muchos tenían tapa boca para no absorber la ceniza que caía insistentemente sobre la ciudad.

La negra Celina Calle hermana de la administradora del Teatro Honda Rosalba Calle, y quien administraba el Teatro Bolívar en Armero, teatro propiedad de su cuñado Campo Elías Perdomo, le entro prisa por irse rápido para Armero donde se encontraba sus hijos, la negra Rosaura y Vicente, a las afueras del Teatro Honda se despidió de todos nosotros y salio a toda prisa para Armero a continuar atendiendo los pormenores del teatro y la exhibición de la película de esa noche.

Como caía tanta ceniza los organismos de control tomaron algunas medidas, yo no me acuerdo a que hora llegue a casa, pero si me acuerdo que no había servicio eléctrico en la ciudad y tal vez en el Norte del Tolima, Papá (Arcadio Murcia, celador nocturno del comercio) llego asustado a casa, nos informo a todos que el río Guali estaba crecido y que Bomberos, Defensa Civil, Policía y Ejercito estaban en el centro, eran aproximadamente entre las nueve a diez de la noche.

No se como se me ocurrió la idea de retirarme la de la casa donde estaba toda la familia y emprendí hacia el centro de la ciudad a observar personalmente lo que Papá había contado, me puse un sobretodo plástico negro que me cubriría de la lluvia y sobre la cabeza me puse un casco que me había ganado en una rifa que había hecho Tapa Roja en el Carnaval de la Subienda a los que estuviesen cumpliendo años, era de color rojo y llevaba la palabra Tolima, con esa indumentaria salí de casa a cerciorarme personalmente de lo que Papá había dicho.

Cuando llegue al sitio conocido como cuatro esquinas a pocos metros del puente Agudelo, la indumentaria que llevaba puesta hizo que fuese confundido como algún miembro de los organismos de control, ya que estos no dejaban pasar a nadie por los puentes, ni de aquí para allá, ni de allá para acá. Es mas por el camino me encontré mucha gente aterrorizada que estaban pensando lo peor, y estos buscaban lugares más seguros como el Cerro Cacao en Pelota los del río Guali hacia el sur, y la Mesa de los Palacios los del río Guali hacia el norte para evitar que una avalancha los arrasara.

Ya en el sitio de cuatro esquinas y confundido como un miembro más de socorro, y sintiendo el estruendo de la creciente del río Guali, atravesé los lazos de seguridad que impedía que las personas se acercaran al puente; Yo me atreví a cruzar el puente Agudelo (el de las bancas popularmente), y con la luz que emanaba de la planta eléctrica del Banco de la Republica que estaba a la otra orilla del puente, muy lentamente, como en cámara lenta me atreví a pasar el puente Agudelo, sentía debajo de mis pies el estruendo fuerte de la bombada producida por el deshielo que en ese momento cruzaba por la ciudad y descargaba con furia las aguas del río Guali a las aguas del río Magdalena que estaba a menos de doscientos metros.

Estaba hipnotizado observando esa gran descarga de agua café, y no me percataba del peligro que en ese momento estaba mi vida, ya que el puente podía ser arrancado de sus cimientos y llevado por la velocidad de sus aguas, tal vez fue un minuto, dos, tres, diez o quince, no se, estuve observando pasar la gran corriente de agua, cuando vi una gran piedra que flotaba sobre el río, y eso si me hizo reaccionar, y en vez de devolverme cruce el puente hacia el costado norte, donde estaba el Banco de la Republica, ya al otro lado ahí si sentí temor por lo que había hecho, y peor por lo que había visto.

Cuando reaccione busque el barrio La Magdalena cariñosamente llamado por los lugareños como “La Ratonera”, allí vivía mi abuela Marcelina Godoy Bocanegra de Guzmán, y emprendí mi camino hacia su casa, eso si acompañado del tedioso ruido producido por la gran creciente del Guali, que hacia vibrar la tierra a mas de cincuenta metros de su orilla. Al acercarme mas a la casa de mi abuela, el ruido ensordecedor de la creciente era terrible y nada saludable, cuando llegue a la casa, ya nadie se encontraba, ni en esa casa, ni en ninguna otra de ahí hacia abajo, ya que habían sido evacuados por los cuerpos de socorro.

Cuando salí del barrio, más adelante me encontré con mi tío Dago y mi abuela, los motive para que buscaran un sitio mas alto, como la Mesa de los Palacios, pero solo me acompañaron hasta el Hotel América, allí el celador quien era conocido, permitió que se quedaran mientras buscaban una zona mas segura, luego de dejarlos en el hotel, baje otra vez hacia la calle del Palomar, la calle estaba completamente sola, y el ruido ensordecedor de la gran creciente era desesperante cuando llegue al puente López, allí me encontré con el doctor Libardo Sierra Vargas gerente de la cervecería Bavaria de Honda, el Capitán Rodríguez del Cuerpo de Bomberos de la ciudad , el señor Hartmam Perdomo, sobrino de don Campo Elías Perdomo del Teatro Honda, este joven era el administrador o propietario del Teatro Cultural de Mariquita, y su afán de cruzar el puente López era llegar a Mariquita a ver como estaban las cosas, allá, pero no se lo permitieron. La poca luz que llegaba era de la cervecería Bavaria que alcanzaba iluminar hasta allí.

Estábamos en esas cuando se escucho un estruendoso ruido en el río y salimos todos corriendo por la cuesta del Alto de San Juan de Dios, buscando hacia Bavaria unos, y otros hacia el Hotel América, luego nos enteramos que el estruendo había sido causado al caerse parte del Bar Americano, el Hotel Magdalena y otros edificios de ahí para abajo. Cuando llegue al Hotel América iba extenuado y muy cansado y con deseos de dormir, y aproveche la confianza del celador para quedarme en el Hotel, eso si, sin antes advertirle al celador, cuando usted vea llegar el agua hasta aquí, llámeme, que de ahí me voy para la Mesa de los Palacios, el sueño me gano y ahí quede tendido.

El Jueves 14 de noviembre me levante a eso de las 6 de la mañana, el duro piso no fue motivo para descansar bien, me despedí del celador, que por cierto era familiar del señor Nelson Olaya quien fuera luego Inspector de Transito y Transporte de la ciudad. Antes medí la ceniza que había caído en la noche y en la madrugada, y era de mas de cuatro centimetros en el capo del vehiculo de la profesora (Hincapié) que vivía frente al hotel, de ahí salí buscando el puente López donde llegue con mi atuendo y una vez más pasaba como personal de socorro, en la entrada al puente estaba el vehiculo del cuerpo de bomberos de la ciudad, allí me encontré con mi profesor de trigonometría Javier Quintana Granada y el dirigente político Hernando Frasser Abello entre otros, tome tinto, fui y mire lo que había causado la gran creciente y si que dejo destrozos, cuando mire hacia arriba observe como el agua formaba como un remolino y el agua se parecía ir hacia el fondo.

Algunos decían que se estaba yendo el agua por uno de los túneles de la ciudad y que el agua estaba brotando en los barrios La Polonia y La Concordia, barrios al norte de la ciudad, todo este imaginario era un fenómeno físico, ya que el río estaba desmadrado, y no había gran caudal, por lo tanto la empalizada era inmensa e hizo ver como si el agua en verdad se estuviera yendo hacia otro lado, pero no, era la empalizada la que dejaba ver este fenómeno. Era como si el agua subiese en vez de bajar y se sumergía en un remolino, frente al sitio conocido como el hoyo, por cierto fue en ese lugar donde hubo los únicos dos muertos en Honda por la gran creciente del río Guali, todo por que dos señores le dieron por pasar de un lado a otro una nevera, que estaba a la margen izquierda del río Guali, y pasarla al lado derecho ( la leyenda dice estaba llena de dinero) , y ya cuando estos dos hombres estaban a punto de culminar su hazaña al cruzar un puentecito , este cedió y ambos fueron con nevera y todo tragados por la avalancha.

De ahí salimos para el puente de la Piragua, en la vía que comunica La Dorada-Honda-Mariquita o viceversa, estando allá (Hernando Frasser, Javier Quintana y otros) observamos que la avalancha había superado el puente, pero no lo derribo, solamente unas protecciones que tenían en sus bases fueron arrastradas por la corriente, y al mismo tiempo don Hernando Frasser Abello recibió una noticia, Armero había desaparecido, miro a Javier Quintana y a este servidor refutando, “ustedes los periodistas se inventan cosas con tal de dar noticias”, acoto don Hernando con preocupación ya que algunos familiares suyos vivían en Armero, argumento que la casa era de tres pisos, y que ellos estarían en la azotea, invitándonos a que lo acompañáramos a Armero, ya iba yo a subirme al vehiculo, cuando una persona me comento que en mi casa estaban preocupados por falta de mi presencia, por lo cual me abstuve de acompañarlos hasta Armero, y me dirigí a pie hasta la casa, cuando llegue a casa, abrazos iban y venían, y seguí pensando lo que había hecho la noche anterior, que en vez de buscar un refugio seguro me había ido a cerciorarme que lo que Papá nos había contado era cierto, y resulto realidad.

(Fotografía tomada desde la Inspección de Puerto Bogotá, Guaduas, al oriente de Honda, se observa la desembocadura del río Guali al río Magdalena, centro de la ciudad, y al fondo el imponente Nevado del Ruiz)

1 comentario:

Jacobo Ferreira dijo...

Quiero contactarme con la persona que relata ésta historia. Estamos en proyecto de documental sobre los sobrevivientes de Armero, no sobre la tragedia. Muchas Gracias, responder a lacafeterola@gmail.com